
La intranquilidad acecha el callado silencio,
noche de insomnio
a la espera de un mañana que no llega
y del que solo quiero que pase pronto.
Lleva más de treinta años…
La conocí casada y separada al poco tiempo.
Lo vi salir con la maleta y en voz baja me dijo,
Ahí se queda con sus padres porque con ella ya no vuelvo.
No entendí aquella frase,
seguí trabajando en el vestíbulo de aquella finca
donde se hablan todos los secretos.
Conocí a la dama
prepotente y orgullosa,
quiso de mí que fuera cómplice de sus palabras y hechos,
al no atender a sus deseos
seguí a mi conciencia de intentar ser siempre honesto,
me cogió entre ceja y ceja,
me hizo su enemigo sin querer yo de ella serlo.
Me acusó de tantas y tantas cosas
que en la mentira siempre quedaron,
ejerció abuso de poder
intentó que los demás postura tomarán y me despidieran del trabajo.
la evidencia la dejó marcada
como mujer solitaria y amargada,
y un fajamiento hacia mí obsesivo
en la locura de su mundo imaginario.
El trabajo ya dejé, ya mayor me jubilé
y sin verla vivo y respiro una vida con menos daño.
Una obra en el piso casi acabé
pero dice que algún tubo no va por su sitio,
que sin permiso todo empecé
y que no puedo terminar
sin que todos den su buen visto.
De todo un poco me enteré y
otros vecinos al igual que yo hicieron también lo mismo
así que mañana la obra terminaré,
Esperaré con paciencia su denuncia
porque su vida solo se alimenta de la mía
en dar por el mismo sitio.
La conocí casada,
más de treinta años cruzándonos la mirada
y todavía de su maldad para conmigo no me explico.
Igual ser hija de portero
le da vergüenza
y quiso ser siempre presidenta
para pagar su complejo conmigo.
Llega el día,
se acabó el insomnio y
mucho me temo que pronto
se acercará el ruido de la vida
sin razón ni sentido.
Relato propio.
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