Se me hizo la noche tan corta como eterna.
Me acompañó en el pensamiento solo la tristeza de una vida que, a veces, golpea cuando menos te lo esperas poco a poco y pasó a paso.
Sentimientos encontrados,
por querer ser y llegar a todo
cuando para todo ya es, quizás, tarde,
y solo quedan sueños que en sueños
se pierden y, para siempre, olvidados.
De repente, apareció ella,
sin esperarla,
ya casi con su padre de la mano.
Con la sonrisa en sus labios,
con su mirada en la mía,
y muerto quedé de alegría
cuando sus brazos se abrieron, porque juntos con los míos querían fundirse en un abrazo.
Sentí volver a la vida
cuando en mis mejillas rozaba sus labios,
y con un tímido beso,
Júlia, mi nieta…
con los ojos me decía:
«Qué ganas tenía de volver a verte, abuelo.
Por favor, no tardes en verme tanto,
que pronto me haré mayor
y en un suspiro, como tu vida,
de todo se va alejando.»
Me fui con la lección aprendida
de cómo, de un ser tan hermoso y pequeño, se puede aprender tanto.
La llevo siempre en el corazón.
Y qué miedo ya tengo
de que se haga pronto mayor
y no pueda darle un beso de abuelo recogida entre mis brazos.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia