Ayer fue el primer día que me despedí
de ella sin querer hacerlo.
Nunca quise ser el primero en decir «hasta la próxima» sin saber si otra vez
llegaría a poder serlo.
El primer día que, con todo mi lamento,
le dije hasta mañana sin dejar de pensarla
y, a sus espaldas, toda la noche
y mi vida bien sabe
que le seguiré escribiendo.
Me tomaré el café, como casi siempre, solo y con mis desencuentros, apoyado en el rincón de cualquier pared que me quiera y se deje hacerlo.
Algo me decía que no iba a ser distinto aquel soñado momento.
Demasiado bonito era tenerla al lado
y empezar juntos el día
como si de la vida fuéramos perdidos enamorados que quisieran verse
a escondidas y en secreto.
Ayer fue el primer día que le dije:
“Buenas noches…”
cuando la noche en mí
nunca empezó a serlo.
El primer día que supe que ya en mí no existiría, porque en ella no soy, ni un obligo, ni un contrato que con su vida yo haya hecho.
Ayer fue el primer día
que aún más la quería,
porque sé que cuando su adiós me diga,
nunca más podré dejar de hacerlo.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia