Hoy el café sabe más amargo que de costumbre.
No paro de masticar el dolor
del que será ya una ausencia permanente,
aunque en mí siempre será eterna presencia:
el bajo tono de su voz,
su mirada siempre atenta y su sonrisa cómplice, que pocos entendían porque de ese entendimiento entendíamos solo nosotros dos.
Hoy el café sabe más amargo que de costumbre.
Esa plaza de la vilà para mí ya vivirá siempre vacía.
Solo quedará el recuerdo de los momentos donde juntos vivíamos verdadera vida,
donde degustábamos de la norma su hipocresía,
donde la realidad la volvíamos fantasía y de los detalles hacíamos
tantas y tantas escenas
que una película sería corta para
desgranar todo el jugo que podíamos sacar de tan pequeña novela.
Hoy el café sabe más amargo que de costumbre.
No sé con quién ahora podré descansar,
sin que se extrañen todas mis extrañezas, ni quién lo escuchará a él tan distante, aunque de mí siempre esté cerca.
Hoy el café sabe más amargo que de costumbre.
No sé qué haremos uno sin el otro.
Y si ya la vida es la que lo dio todo,
y si vivir sigue valiendo la pena.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia