Nada el pensamiento
sobre aguas calmas y dulces.
Sigue mi destino el perfume y aroma
que en su estela deja mi sirena cuando de mi lado marcha para otro arrecife.
No soy navegante de mares,
ni capitán de barco que conquiste entre lluvias y tormentas viejos galeones.
Prefiero la brisa en la orilla,
en el quejido de la ola bajo mis pies,
cuando pienso en sus pensares.
Soy náufrago sin isla,
y no de cubierta en yate…
Nada el pensamiento sobre aguas grises
sin ser ahogo de vanidades.
Poema propio.
Fuente de la imagen… IA