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No aprendí a estar solo.
La conocí como ahora se conoce,
sin conocerse, sin mirarse,
con la palabra expectante de si es de la cuerda o es de un adiós y gracias.
«Ya te diré algo, y hasta un jamás recibir de ella ningún mensaje».

Somos opuestos en el aire…
Yo del sur y ella del norte.
Opuestos en los acentos,
en el tono de voz,
en los impulsos de los momentos.

No nos veremos nunca.
Es quizás por eso que nos queremos y entendemos.

Hay lagunas que nos unen,
huecos de vida poco satisfechos,
deseos vivos que sueñan despiertos.

No puedo decir su nombre porque dejaría de ser secreto quien da luz a una vida que en la oscuridad vive desde hace tiempo.

Es por eso que la quiero,
aunque sé que cualquier día
me dejará por no ser dolor en mi pecho.

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Poema propio.
Fuente de la imagen… IA

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