de los recuerdos,
el café se volvió frío, largo,
casi eterno.
Una pequeña vela
con aroma de canela
calmaba mi desespero.
Los hijos ya no estaban,
los padres ya se fueron,
y mi amor en la distancia
dormía en otro lecho.
Adicto a la soledad
camino entre mis versos
y entre poemas poco a poco
con mis letras vivo y muero.
Poema propio.
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