Qué duro puede ser aquel día... Que, aunque solo conozco por fuera a quien me lo dice, lo vivo con tanto dolor como si lo conociera también en mi vida.
Qué duro debe ser cuando en esa sala fría alguien de blanco te dice que ya no son tus días tantos días. Que el café de la mañana se vuelve agrio, que la comida ya no sabe a nada porque nada ya sacia, ni siquiera una buena compañía, y que la noche se vuelve tan eterna en el pensamiento. Que la mirada a ninguna parte mira, y llorando de impotencia se junta con el día.
Qué duro es aparcar las prisas, pasear con el caminar lento y no sereno, donde el valor de las cosas ya no vale, y ya nada quieres porque cuando se nace, con nada venías. Y la soledad te atrapa en una vida sin vida.
Es por eso que quiero decirte que seas valiente en tu cobardía, que vivas como cuando antes de esa maldita visita, así lo hacías. Que hagas feliz a los demás, porque así te harás feliz hasta que sea el día de quien tu día diga.
Qué duro puede ser aquel día... Aprende a vivir de nuevo y acuérdate que de ti alguien se acuerda, aunque tus madrugadas sean eternas e infinitos tus días.