Sé que soy tanto amor como agravio, tanta emoción como desencanto; que en los demás soy ermitaño de unas letras que solo a mí me hacen daño.
Porque digo lo que pienso, y lo que pienso es para callarlo; porque no digo lo que siento, vaya a ser que no sea de la cuerda ni te quieran en el rebaño.
Es por eso que viajo sin destino y solo, en el vagón del desencanto, porque no hay andén donde nadie espere, porque nadie espera a quien nada tiene y solo puede, con las manos vacías, ofrecer un abrazo.
Así paso mis días, y ya sin querer cambiarlos. Ya quise a demasiados en la vida, a muchos más de los que me dijeron "te quiero" y "amo". Por eso es que camino solo, no sea que me siga doliendo y, a los demás, sin querer, pueda también mi vida, en la suya, hacer el mismo daño.