Sé que soy tanto amor como agravio,
tanta emoción como desencanto;
que en los demás soy ermitaño
de unas letras que solo a mí me hacen daño.

Porque digo lo que pienso,
y lo que pienso es para callarlo;
porque no digo lo que siento,
vaya a ser que no sea de la cuerda ni te quieran en el rebaño.

Es por eso que viajo sin destino y solo,
en el vagón del desencanto,
porque no hay andén donde nadie espere, porque nadie espera
a quien nada tiene y solo puede, con las manos vacías, ofrecer un abrazo.

Así paso mis días,
y ya sin querer cambiarlos.
Ya quise a demasiados en la vida,
a muchos más de los que me dijeron "te quiero" y "amo".
Por eso es que camino solo,
no sea que me siga doliendo y, a los demás, sin querer,
pueda también mi vida, en la suya, hacer el mismo daño.