Abro la ventana de mis ojos cada día, por si encuentro la calma y el sosiego.
Que Como arena entre los dedos se desliza la vida que a poco se me está yendo.
¡Qué ignorante fui por no haberla vivido cuando en mi vida estaba!
Y ahora que tanto la quiero, ella, poco a poco, en silencio y sin decirme nada, se aleja de mí a otro nuevo pensamiento.

Mientras me decía adiós, le pedí perdón
por no comprenderla,
por haberla retenido
tanto y tanto tiempo,
creyendo que solo era destino
y que para siempre sería prisionera de mi tiempo.

¡Qué pobre payaso de feria con ella fui, creyéndome dueño del mundo!
Ahora que por fin la conozco,
le doy las gracias a cada momento
por haber cuidado siempre de mí.

Vida, que echó sus alas a volar
a otro brotar,
dejándome su amor en mi corazón
y, por ella, mi vivir hasta que ya no viva su desencuentro.