Abro la ventana de mis ojos cada día, por si encuentro la calma y el sosiego. Que Como arena entre los dedos se desliza la vida que a poco se me está yendo. ¡Qué ignorante fui por no haberla vivido cuando en mi vida estaba! Y ahora que tanto la quiero, ella, poco a poco, en silencio y sin decirme nada, se aleja de mí a otro nuevo pensamiento.
Mientras me decía adiós, le pedí perdón por no comprenderla, por haberla retenido tanto y tanto tiempo, creyendo que solo era destino y que para siempre sería prisionera de mi tiempo.
¡Qué pobre payaso de feria con ella fui, creyéndome dueño del mundo! Ahora que por fin la conozco, le doy las gracias a cada momento por haber cuidado siempre de mí.
Vida, que echó sus alas a volar a otro brotar, dejándome su amor en mi corazón y, por ella, mi vivir hasta que ya no viva su desencuentro.