Ya no tengo a nadie, nada que ofrecer,
el tiempo se llevó mi juventud.
La vida, mi alma y su desnudez,
la mujer que quiero ya no recuerdo si está conmigo
o si, sin haberse ido, ya se fue.

Mis hijos volaron a otra morada sin dejar el nido,
y en la ventana de mis ojos ya no amanece,
porque en su mirada solo vive el atardecer.

Mis sueños se disuelven ya sin esperanza,
solo me abrazan la soledad y algunas letras al doblar la esquina.
Siendo feliz cuando mis silencios callan
y, cuando en el papel, dibujo entre versos
paisajes de mis días.

Mi tiempo navega sin rumbo y sin prisa, en el cielo viven solo estrellas apagadas
que no alumbran mis noches,
cuando de mí se aleja esta corta vida.

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