No será un día cualquiera.
No será una tarde de aquellas que se quedan en la trastienda de la memoria.
Será un día de danza al viento, un ritmo al compás de un «te quiero», chasquidos sonoros entre golpes sordos y, a veces, durante el juego, solo respirando suspiros y silencio.
Dar una vez cada uno y no al tiempo; si uno afloja, el otro aprieta para en el marcador seguir creciendo.
Llegar a once antes que nadie es la canción…
Repetirlo tres veces su estribillo.
Si además tu pareja es de la competición nobleza, el éxito del momento ha sido elegido.
Bello mundo de magia y fantasía.
«Tenis de mesa», vivo y vida…
Desde que empieza hasta que termina el día.
No puedo dejar de pensar en ti… cada momento.
Soy cautivo de todo tu tiempo.
Cuando estoy contigo, me olvido hasta de mí porque es tanto lo que me calmas y alivias que, cuando estoy con alguien frente a mí, solo siento tu sentir.
Sé que tu alma y esencia no me engañan, y cuando vuelvo de nuevo a ti, me dejas que acaricie todo tu encanto y belleza, siendo mi razón de ser y existir.
Eres refugio en cada amanecer, pasión en esos días grises cuando tu abrazo recoge todos mis impulsos que, como locos enamorados y sin sentido, te acaban queriendo y odiando según el punto se va perdiendo o ganando una y otra vez en esa partida sin fin.
«Tenis de mesa»… Te amo, y en este día, siempre para mí, 14 de febrero, quiero que sepas que podría dejar perder todo lo que existe en este mundo solo por sentirnos tú y yo cerca, tú de mí y yo de ti.
Te suspiro cada instante para contigo, con una pala y el sonido del bote de una pelota en su mesa… querer morir.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia