Tiempos de compartir creemos
aunque no se comparta nada.
Fragmentamos nuestra vida
en fantasías y sueños,
vendemos al mundo nuestras ilusiones,
nuestro quehacer diario,
presumimos de nuestra mejor imagen donde el yo narcisista para alimentar nuestro ego viste su rutina para que los demás vean que somos alguien.
Likes, influencers, seguidores,
un mundo irreal y de teatro donde
La mirada, la palabra y el sentimiento
muere cada día.
Salí de mi entreno de rutina y sin ser previsor la lluvia me sorprendió,
hacía tanto tiempo que no lo hacía
que ya no tengo en el interior que alguna nube llore y nos moje de alegría, así que pedí un paraguas prestado para no terminar empapado el día…
Tuve suerte y me dieron a elegir,
no dude un instante.
Allí acostado en un rincón lo vi
majestuoso y descuidado
con la mitad de mi altura, negro
y con mango acomodado para que no se soltara si es que el viento con el torrencial también vivía.
Paraguas que serviría para la escena de un gran filme de cualquier entierro que no sé por qué a un muerto siempre le mojan el ataúd
y para toda la vida.
Subí las escaleras hasta esa avenida donde al bus se espera.
La calzada casi vacía, el ruido del chapoteo del agua solo se escuchaba y
la gente caminaba con cuidado mientras otros sin con qué taparse corrían.
Llegué al lugar donde la parada de protección carecía y allí lo vi,
Joven, con cara de aspaviento
no mucha ropa sin poder protegerse
y entonces se me ocurrió…
Yo con paraguas prestado y grande. Y al lado alguien maldiciendo con el gesto de frío.
Así que le dije. – quieres compartir mi paraguas mientras la espera.
Quedó sorprendido por la proposición,
primero me dijo no, pero luego se arrepintió y a mi lado con unas gracias guardó cobijo.
Como era de esperar se justificó.
Tenía un entreno y por la lluvia se suspendió, quise profundizar mientras seguía y seguía
Soy jugador de baloncesto desde los siete años.
Por la estatura le dije
Pívot creo que no eres.
Asintió la confirmación, base o alero
Y dónde te encuentras mejor,
de repartidor, de base, es donde mejor me encuentro.
Yo le dije, vengo también de aquí al lado
Me llaman entrenador de ping-pong
Así, pasamos el rato.
Vinieron unos amigos al mismo tiempo
que el auto que nos recogía,
se extrañaron de verlo conmigo porque no me conocían y les dijo en tono afable, me dejó un lugar para protegerme de la lluvia.
Así compartí yo mi día.
Con un negro paraguas y al lado con alguien que un día recordará
que un viejo le dejó un lugar
donde aprender un poco más de la vida.
Texto propio.
Fuente de la imagen… Propia y IA