Hormigas amontonadas paseaban por aquella cucaracha que patas arriba e inmóvil
al cielo miraba sin vida.
Podía sentir en la gran ciudad
mis pasos,
aún quedaba en el eco el gemido de la noche que poco a poco iba matando su día,
el sol entre nubes se hacía camino
mientras yo me preguntaba,
¿qué hago yo aquí?
si no es de noche ni de día?
Una mano sujetaba la correa del collar de Shag mi apreciado, fiel y amado perro,
la otra con palma abierta y mirada fija, el milagro de una vida que, a pesar de mi larga edad,
aún no entendía.
Volví por donde nunca había vuelto,
quise ver si la cucaracha aún moría,
las hormigas me echaron su aliento
Gritándome «fuera de aquí»,
si vives muerto,
déjanos que sigamos viviendo
si es que tu crueldad no nos pisa.
Confuso, entre en casa
casi despierto,
y recostado en un sillón no dejaba de mirar al cielo…
Como aquella cucaracha
inmóvil que solo sentía hormigueos, sin saber quién se los producía.
Al día siguiente me fui por donde no había vuelto,
y a lo lejos me saludaron
aquellos insectos llamándome
Cucaracha,
¿dónde está tu perro?,
nosotras seguimos aquí…
Buenos días.
Poema propio.
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