sentir de nuevo los días con aquella misma inocencia.
Descubrir de nuevo la vida
poco a poco,
sentir cada momento como si el tiempo se acabase,
amar cada segundo y gozar de un infinito interminable,
soñando cada noche con la esperanza y felicidad
de que algo nuevo
siempre esperaba más adelante.
Miré atrás
y me acordé…
¡Qué pensarían de esta vida
ahora mis padres!
Generación perdida
de guerra y postguerra
donde la comida apenas llenaba el fondo de una talega.
Escasos de dinero y
faltos de colegio,
vestidos
entre viejos zapatos,
fumando medios cigarrillos
que aplastados recogían del suelo.
Niños de la calle con balones y muñecas de trapo,
hombres de iglesia, bares por montera entre fútbol, toros y boxeo.
Al lado casinos con señores de traje,
whisky, babas y fulanas de terciopelo.
Casas de vecinos siempre abiertas sin cadenas ni aldabas,
paseando por la noche el sereno
iluminado entre velas.
Los baños eran palancanas,
el váter una escupidera
y en el cine de verano
sillas cojas con asiento de cuerda.
Padres de generación perdida,
sometidos
a unifirmes, himnos y banderas.
Vidas entre miserias…
Pero qué felices fuimos
cuando otro día despertaba
sin echar en falta la soledad
que produjo el bienestar con su
tormento y riqueza.
Quisiera volver a ser niño
y seguir siendo el pobre
qué crecía sin maleza
y que en la calle vivía
sin dinero que se cayera.
Poema propio.
Fuente de la imagen:
https://pin.it/1FqjGzp