
en su sueño más profundo,
cuándo los ojos se cubren con la venda del desencanto,
cuándo en la voz el ruido del silencio se hace amargo.
En soledad queda el lápiz entre los dedos de la mano
y en el pensamiento
lo que pudimos haber sido,
lo que somos,
y lo que nunca seremos por mucho que más queramos.
La vida se vuelve insulsa y triste,
y el poeta queda
con su dolor resignado
a que la luna despierte
a un sol brillante,
y a esa inspiración que tan profunda duerme…
salga pronto de su letargo.
Poema propio.
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