despacio, sin prisa.
La mochila de mis recuerdos
a la espalda,
la sombra de la gran ciudad
quedó apartada en una esquina,
el aire puro acariciaba las mejillas,
solo vacío quedaba en mi alma.
Lo aposté todo por una soledad
llena de esperanza,
abandoné mi hogar y
a una familia que ya no me entendían,
no quise ser actor de una comedia en la que el amor perdió hace tanto tiempo su tiranía.
Descansé mi llanto en el horizonte
y en aquel hombre que no conocía,
le pedí perdón por no acercarme
y decirle:
Atrás dejé mi juventud y
a quién nunca supo entender
que la vida no solo es mentira.
Al anochecer
abrí la puerta de mi casa,
dije ¡hola!,
volví a ser cobardía,
aunque la razón me decía si…
el corazón volver no quería.
Poema propio.
Fuente de la imagen cedida por su autor.
Juan González.