Ya no llego tarde a ningún lado.
El reloj de la vida se ha parado.
Ya no quiero que pase por mí más tiempo, ni un segundo de mi vida con quien conmigo no quiere hacerlo.
El día se vuelve grande
como sus momentos.
Valió la pena la espera y sentir en mi mano la felicidad de, en un pequeño poema, escribir estos versos.
Poema propio.
Fuente de la imagen. IA