
con el caballo de la inocencia,
atravesé los confines de otro amor,
saboreé de nuevo
los placeres de la existencia
hasta que de un brinco mi corazón de nuevo al suelo cayó.
Se alejó sin decirme ni su nombre
no supe llamar
con mi llanto su atención,
aparecí por hechizo
sobre su montura
y junto a esa yegua volvió en mi ser…
el mágico juego del amor.
Poema propio.
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