Te ofrezco mi ausencia, para que ya no me tengas en cuenta. Mi silencio, para que en tu camino no encuentres ninguna palabra que te aparte de donde tú quieras. Te ofrezco mi olvido, para que cuando se junte al tuyo, sean tan iguales que no sepamos cuál es el que más lejos queda.
No te merezco porque nunca fui quien debí contigo serlo; no me mereces porque no supiste alejarte sin que el dolor sea en mí eterna presencia.
Mañana quería decirte, para contigo encontrarme, pero un sabio me dijo que no fuera en nadie nadie que conmigo no quisiera.
Es por eso que ya no te espero. El cansancio se arrodilló al sueño, aquel que un día me dijiste me dirías cuando del tuyo yo fuera su dueño.
Pero ya no tengo noches de desvelo, ni madrugadas a quien, a escondidas, de amor dar un beso.
Te ofrezco mi ausencia, la tuya ya es mía desde hace mucho tiempo.