Descansaron mis ojos en las pestañas
donde los tuyos se escondían.
Se paró la hora de nuestro encuentro
y al reloj no le importó.
El día se hizo tarde,
su noche sin quedarse
también marchó.
Nuestro tiempo
se volvió esencia,
y hasta el próximo encuentro,
nuestros luceros vivieron
solo para volver a verse y
cerrarlos para siempre de amor.
Poema propio.
Fuente de la imagen:
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