Vi la muerte en su mirada,
sentí el sudor frío de sus mejillas
en mis labios al rozar su piel.
Escuché la brisa de su último respirar
y por un momento dejó el mío
de hacerlo también.
Como el agua se desliza
entre los dedos
se escapó su vida sin poderla retener.
El peso de su ausencia
la llevo en mi pecho
y en mi corazón vive su cara
que como el sol brilla cuando en su espejo me quiero ver.
Me dio hasta lo que no tenía,
me cuidó como el agua a su sed,
ahora sé lo que me quería
cuando ya no puedo decirle
cuanto la quiero yo también.
Adiós madre de mi vida,
hazme un sitio junto a papá también.
Poema propio.
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