
Agraciada en sus gestos.
El entorno de su mirada
dulce limpia y serena,
su voz es canción placentera donde sus pausas calman
cualquier asomo de aspereza.
Las expresiones viven siempre elegantes como los andares cuando por las aceras sus piernas
armoniosas se balancean.
Sonríe porque es de sonreír,
escucha porque es de consentir,
ama porque es de compartir.
Así es Cristina…
Tan joven como feliz.
¡Qué suerte de quien la vive
y a su lado pueda avezarse!,
y entre el amarillo flúor y el verde pistacho vivirse
y para toda la vida amarse.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia