Parecen muebles,
figuras que sin inculparnos
rodean nuestro entorno,
en invierno de mal cobijan
y en verano bajo el sudor mal oliente
duermen sin importarles
donde ni cualquier esquina.
Donde empiezan sus terapias,
¡quién de verdad de ellos se cuidan!,
a quien le importan si mal
caminan solos,
si tienen o son parte de familia,
si son adicciones quien los mata,
o si por errores mundanos
tienen ausencia de comida.
Dónde está el diván,
dónde poner las posaderas
y encontrar la raíz de sus miserias
y de su nómada vida,
Si no hay dinero que les acompañe,
no hay nadie quien voz
escuche y diga,
¿quién abrirá esa puerta
que les diga hola y pasen?,
Siéntense,
mientras visitan a quien puede
dar un poco de luz a sus vidas.
Terapias de corbata y abrigos
de oro y ropa fina,
que por un dolor de cabeza
tapan las vergüenzas del que
dirán y sus mentiras.
Terapias de señoras y caballeros
que al salir de sus consultas
dan una limosna de conciencia
a esos que ven con la mano abierta
y llenan de dolor nuestras majestuosas esquinas.
Poema propio.
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