Pasaron los tiempos de las expurgaciones y bendiciones.
Ahora tienen que pedir perdón muchos de los que miraban al cielo y rogando sin el permiso de dios
con agua purificada y bendita y con un amén quitaban el pecado original, adoctrinando de por vida a quien por esas mismas manos divinas más adelante y en cualquier rincón sin vergüenza, pero con la salvación como rutina tocaban sin derecho y para toda la vida dejaban una herida de abuso que el silencio siempre calló.
Siervos somos del poder…
Inocentes por defecto
y abandonados en la justicia
donde el pecador es el juez
y el pecado con un padre nuestro
se olvida.
Poema propio.
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