Llegué a la hora señalada. Me recibió una luna llena que no sabía si se dormía o despertaba.
El sol la vestía de forma majestuosa, brillando con todo su esplendor en cada rincón donde mi mirada descansaba.
La luz no supo si reflejar azul o rosa hasta que el cielo decidió que el día acabara.
El horizonte sonreía, la calma se volvía densa, y verso a verso y sin apenas poder parar el tiempo, nació esta poesía.
Cómo no exhalar inspiración y buscar alegoría para describir este momento, aunque efímero, inundó de sentimiento mi corazón, corto en lírica pero ansioso en capturar en palabras lo que, en un instante hermoso, nació como susurro y quedó en un espacio silencioso y eterno.