Llegué a la hora señalada.
Me recibió una luna llena
que no sabía si se dormía o despertaba.

El sol la vestía de forma majestuosa,
brillando con todo su esplendor
en cada rincón donde mi mirada descansaba.

La luz no supo si reflejar azul o rosa
hasta que el cielo decidió
que el día acabara.

El horizonte sonreía,
la calma se volvía densa,
y verso a verso y sin apenas
poder parar el tiempo,
nació esta poesía.

Cómo no exhalar inspiración
y buscar alegoría para describir este momento,
aunque efímero, inundó de sentimiento
mi corazón, corto en lírica pero ansioso
en capturar en palabras
lo que, en un instante hermoso,
nació como susurro y quedó
en un espacio silencioso y eterno.