
Hace tiempo que no la veo
y ya se me ha hecho eterno.
Sé que ya anda por sus pasos,
que algunos sonidos se le van escapando
y alguna palabra ya toma sentido.
Sé que sigue siempre la sonrisa en sus labios,
que su tiempo ya pasa con otros niños.
La vida ya empieza a vivirla
y a rodar como rueda de molino.
Ojalá pudiera estar presente
el día que me mire a los ojos,
que abra sus brazos y quiera
que la coja con los míos,
darme un beso en la mejilla,
sentir su cara cerca de la mía y que sus nuevas palabras fueran:
«Hola abuelo, ¿cómo te va la vida?»
Si es que ese día llega,
si es que no fuera un sueño,
ni fantasía,
le diría que bien, porque a su lado estoy.
Estoy bien, Júlia, si estoy contigo.
No hay pena
y si la hay, solo es de alegría.