
casi ocultas en su tono.
Aquel hombre de buen traje,
de seria apariencia
y recto criterio,
sin desafío en la mirada,
lleno de momentos tiernos. 
¡Cómo pasó el tiempo!
más de treinta años
desde aquel breve encuentro. 
Me acercó a su vida,
«si quería ser servil me dijo»,
sin ser siervo. 
Atendí su petición
y hasta el día de hoy,
por él sustento. 
Con pudor y respeto…
le escribí estos versos. 
Ya soy mayor señor,
y aún sigo por su elección viviendo,
antes que la memoria no recuerde,
le doy las gracias
por haber dado vida
a mi gente…
y a mí, por tan largo tiempo. 
Gracias señor
aunque ya sea ausente,
siervo y servirle quiero
donde esté presente,
aunque solo sea con mi pensamiento. 

Poema propio.
Fuente de la imagen:
Cedida por:
Maria Teresa Baldrich.

