en los poros de mi cara,
dejé que me acariciara hasta lo más profundo del alma
pensando en una calma que mi mente hasta su angustia añoraba.
Verdes hojas bailarinas
de los árboles descolgaban
brillando mis ojos entre ellas
sin dejar de mirarlas hasta que en el suelo dulcemente descansaban.
La esperanza llegó a mi corazón cómo aroma de flor que vivió siempre hibernada.
El destino me hizo soñar,
caminar junto a él,
y de la mano
pasear por el sendero de la paz
hacia un infinito donde nuestro amor y su eternidad descansa.
Poema propio.
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