Calle de los Frailes, 14. Córdoba Mi primer aliento, mi mayor recuerdo, mi niñez. Mis padres, mis hermanos que no nacieron. Cómo me acuerdo, de ese balcón de flores donde volaron mis sueños.
¡Qué recuerdo, el de las tardes de las calles cordobesas!
Se alejaba el sol entre sombras, dejando su sofoco en un día de calurosa primavera.
Subir sus pequeñas cuestas, calles empedradas y estrechas, en el aire el aroma del jazmín de balcones y ventanas, en el viento el susurro de un lamento al compás de una guitarra flamenca.
Así es mi Andalucía, así vive mi tierra.
Cómo echo de menos el pudor de la mujer que, escondida, ama tras la reja, bodegas y bares donde el juego y el vino se funden en una vieja mesa, y con una sonora palmada... ¡Quillo, por favor, llena!
Contrastes de tierra, cuando la Semana Santa, en todo su fervor, la convierten en una feria.
¡Cómo echo de menos mi Andalucía!
Madrugadas llenas de vida, de puertas y ventanas abiertas, donde ronquidos y suspiros en el eco se mezclan.
Palabras desnudas con el alcohol aparecen, haciendo en sus bocas dulce y agria presencia, bajo el cielo azul estrellado donde el bochorno los ojos no cierra.
Cómo echo de menos mi Andalucía, el acento de su garganta, la alegría de sus gentes que disfrazan una pena.
Cómo echo de menos las calles que de niño paseaba, calles estrechas y empedradas de una tarde cordobesa.