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Volví a tomar el café en el rincón
donde se guarda aquello que solo
su aroma conoce y siente.
No encuentra la mirada a nadie
donde yacer y decir sola palabra
que a mis sentidos llegue.

Ya no sienten mis manos
la piel de otras manos.
Ya no siente mi pecho el abrazo
de otro que mi vacío llene.

Vive sola el alma día a día
con la fantasía de que un día
un verdadero amor a mi corazón llegue.

La vida escapa.
Dicen que son tres días y ya dos
se fueron para siempre.

Marcho de nuevo al cauce
donde mi sombra solo viene.

Quizás mañana, cuando la vida vuelva
y ese café negro con su cucharilla ruede,
rompa el silencio a mi lado una voz
y con un «Te quiero»…
Tome su amargo licor
junto a ella para siempre.

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Poema propio.
Fuente de la imagen… IA