Cómo echo de menos
aquellos silencios,
aquellos verdaderos momentos,
aquellos deseados encuentros…
sin desafios, sin vacíos,
sobre la mesa,
el licor de la amistad
en la copa del respeto.
Noches inacabadas
de compartidos secretos,
¡que pena!
que ya sus ojos no pueden verme,
¡que pena!
ni yo los de ellos.
Tan jóvenes se fueron,
aquellos para siempre…
mis amigos muertos.
Poema propio.
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