Casi todo estaba en su sitio.
El café en la cafetería,
el pan en la panadería
y mi tiempo esperando como cada mañana que viniera el monótono día.
Todo era tan normal que como la vida de la marmota nada nuevo en mi interior sentía.
Abrí la puerta el chiringuito(67 pisos en dos escaleras de una portería que me dio el sustento de mi vida).
Abrí el cajón de los periódicos de suscriptores y los repartí en el sitio, lugar y hora como los últimos veinte años a primera hora,
era el primer compromiso del día,
que con la bata puesta leyeran la falsedad y mentiras de la mayoría que habían escrito en sus noticias.
Sin despeinarme y sin esfuerzo añadido ya tenía un saludo profesional y según a quien mi falsa sonrisa, llegó la hora era de decir a todos ¡Hola y adiós, que tenga un buen día!
Había empezado en la portería el día.
Como siempre vestía de azul para diferenciarme de quien a mi encuentro venía,
Y con escoba en mano y trapo al viento
Dale que te pego el polvo iba y venía.
Ya llegó el cartero con su cartería
el fontanero buscando un agua perdida y el cerrajero tratando una puerta que no se abría
Entre medios, paquetes y encargos del día.
Pero todo cambió cuando la vi subir
la rampa poco a poco y sin mala intención y solo por saber me preguntó…
¡Alejandro, como está la mujer que murió el otro día!
Pues le dije en estos casos lo normal…
No muy bien, me parece que su estado es ya para la eternidad y toda su vida.
Me quedé un tiempo sin hablar,
Atónito por la respuesta dada
Por la pregunta formulada
Así que a partir de ese momento ya nada fue igual
Y no sabía como acabé el día,
si reírme por no callar
o llorar por una realidad perdida.
Texto propio.
Fuente de la imagen… Propia