
Fueron unos días donde las caras eran de asombro y preocupación,
parecía haberse apoderado el pánico en la finca.
¡Como empleado, que podía hacer yo!
Intenté quitar hierro al asunto, y brindé terapia individual y a veces de grupo
cuando varios coincidían en el holl.
La vida para ellos en ese instante era una contínua pregunta, yo no tenía la solución, pero a veces se repetían hasta que aquel momento como todo en la vida llegó.
De 09:00h a 13:00h, decía el cartel,
solo eran cuatro horas,
240 minutos, 14.400 segundos
que sin agua íbamos a estar parece con dolor,
Llegó el día,»VIERNES», porque todos los viernes siempre algo se complica y a las 9:30h. Por el grifo ya no había frío ni calor.
Al poco rato sonó en mi cuarto de trabajo el interfono interior,
¿Alejandro,
han cortado el agua? ,
era la vecina del sexto,
sin bondad lo reconozco, pero sin ira le dije,
«No leíste el cartel que hace cuatro días decoraba junto al ascensor».
Ay, no me fijé, me dijo
y así conforme se quedó.
Seguía con mi que hacer
y con la cabeza siempre diciendo,
no sé, no sé,
siempre la misma pregunta,
¿Cuándo viene el agua sabe usted?
A la una dice el cartel…
Así, una y otra vez.
Me sorprendió María,
que bajando las escaleras y sin prisa,
con sorpresa me exclamó,
«Anda, si no han cortado la luz»,
entonces puedo coger el ascensor,
cómo se alegró, claro,
vivía muy arriba
pero el corte de agua no llegaba a tanto le dije yo,
no es la luz la que falta este día,
seguramente leyó mal
o solo pensó para ella lo más ingrato que no ocurrió.
Así pasé la mañana de este viernes, distrayendo a la gente y distraído yo.
Fin de mi jornada matutina,
y a la una que es cuando termina me fui para la calle a unos recados ,
y ya en casa en la hora de la comida,
el teléfono ring ring sonó.
a la 1’45h,
¿Alejandro, soy Luis,
sabes cuando viene el agua,
que mi hijo está en mi casa y dice que el agua aún del grifo no salió…
De pronto me entró una necesidad,
la cisterna roncaba todavía en su respirar al tirar,
descansé en la taza tanta agonía, tanta ansiedad,
que con sonrisa amplia
cuando escuché el giro reo de su cantar
el agua se llevó a la cloaca las cuatro horas de la mañana y toda mi suciedad.
Ya está, me dije,
ningún fallecido en la finca,
sobrevivieron,
todos en su lugar,
por esta ausencia de servicio
nadie más iba a preguntar.
Qué poca cosa necesitamos
para ahogarnos en un vaso de
agua que no se acaba de llenar.

Relato propio.
Fuente de la imagen… Propia

