en un atardecer sombrío,
ni mi perro ni yo escuchamos
el desliz de ningún ladrido.
Calles casi desiertas, sin ruido,
sus techos y paredes vivían con tristeza sin coloridas luces
en el vacío,
solo la sombra de la noche
iluminaba nuestro camino.
la incertidumbre se alojó en nosotros, llegamos de nuevo a casa y Shag al oído me dijo:
Alejandro, amo fiel y amigo,
el espíritu de la navidad…
este año de nuevo se ha perdido.
Poema propio.
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