el silencio despierta sin sobresaltos,
la mirada vive cansada y triste y a través del cristal de la ventana, la oscuridad se pierde en el horizonte implorando la llegada del alba.
El pensamiento vive
atrapado en los recuerdos de una vida que poco a poco se aleja.
El delirio lo tiene como
compañero de cama,
el dolor la despierta de su mundo imaginario buscando el consuelo donde quejarse sin que la queja
fuera para nadie molestia.
La mirada, ya casi no ve nada,
la voz, cada vez más apagada
mientras la morfina va creciendo como alimento
y consumiendo la esperanza
de a Júlia para cuando nazca poder conocerla
y en sus brazos besarla.
La vida, ya no es vida,
la muerte le abrió su puerta
y sin haberla llamado hasta que no esté dentro le dice que no la cierra.
Noventa y cinco años de edad,
madre de mi corazón
deja un pequeño rincón
para cuando contigo yo también me vaya te siga cuidando…
Llevaré en mi corazón la foto de tu biznieta para que el tuyo también la sienta.
Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia.