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Qué poco tiempo queda para poder respirarte,
cuánta eternidad pasé
en esta cárcel de ausencia
donde solo en mi pensamiento podía verte.

Soy esclavo de mi destino,
arriero de surcos y caminos
de una tierra que siempre piso
sin ser nunca su dueño,
porque nunca en mi suerte con amor fui correspondido.

Me marcharé de esta vida
sin quejarme por lo vivido,
aceptando la carencia de que pudo
ser de otra forma,
pero nunca mi otro yo así lo quiso.

Ay, si volviera a nacer,
si es que pudiera elegir y ser elegido,
esperaría en el andén sin importarme
lugar ni tiempo
y solo subiría en ese tren
donde tú viajaras
por si conmigo quisieras destino.

Qué poco tiempo queda
para mirar en la profundidad de tus ojos y esperar…
por si algún día los tuyos
se fijaran en los míos.

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Poema propio.
Fuente de la imagen IA

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