Ya no puedo verla igual, ya no se puede querer más después de haberla visto. Y, si es que la vuelvo a ver, la amaría más que la última vez, si es que alguna vez en mí ella hubiera existido.
Ya no puedo verla igual, porque otros ojos no puedo mirar, aunque los suyos, por la vida, viven perdidos.
Ya no puedo verla igual. La conocí creyendo que ya todo lo había conocido, la amé como si de amar en mí nunca hubiera existido.
Nunca la perdí porque no se puede perder lo que nunca se ha tenido. Ya no puedo verla igual, porque es solo mi pensamiento el que por ella vive cautivo.