solitario,
tan arrinconado
qué las telarañas pasean el lugar
sin pestañear!
Las moscas se nutren del manjar molestando en el flotar,
mientras al lado de su vuelo
el lápiz raya
sentimientos de
vida propia en los demás,
pidiendo en sus versos una ayuda agónica e insaciable,
difícil de ayudar.
Otro día que termina por empezar…
El papel arrugado en la mesa queda
y al poeta en su marchar
solo le queda el recuerdo
del pasear de la telaraña
y de la mosca…
su aletear.
Poema propio.
Fuente de la imagen:
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