viví su niñez, su juventud,
su temprana madurez.
Rubios cabellos adornan
sus ojos cristalinos,
elegante en el andar
y en los modales,
en las palabras siempre la sonrisa,
y en el tono de su voz…
la dulzura susurrante.
Hembra que cautiva
el lugar por donde sus pies pisan,
aroma de colores desprende
la flor que en ella germina.
Fiel compañera de su esposo amante,
buena hija y mejor madre,
sintiendo también
en el latir de su corazón,
a sus tres hermanos de sangre.
¡Mireia!,
qué suerte de aquél,
que en tu vida te acompañe.
Poema propio.
Fuente de la imagen:
Propia(Mireia Castellá).