¡Qué miedo tengo a que pasen los días!

A que pasen las arrugas del tiempo y no pueda acariciarla o darle un beso porque la memoria me falle,
y no tenga este sinvivir que por ella, cada segundo de mi vida, siento.

¡Qué pena el vuelo del tiempo!
Sin poder, en nuestras ya cansadas vidas, retener tan bellos, felices e irrepetibles momentos,
que no se pueden comprar y que solo se guardan en el estante de nuestros recuerdos.

¡Qué miedo tengo a que pase el tiempo!
A que se me escape de los dedos
esta felicidad que solo con ella siento,
cuando me abre los brazos y junto a los míos , con su eterna mirada y sonrisa me dice:
"Hola, ¿cómo estás y como te va la vida... abuelo?".

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