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Pasó fugaz,
tan rápido que no sé si fue
la muerte o la vida.
Desde la distancia, todo parecía igual,
no sabía si eran mis ojos los que miraban
o si me trasladaban
a donde no hay pena ni alegría.

Intenté no pensar en mis pensamientos,
aunque era yo quien conducía
sin saber por qué camino andar:
si por el de la tristeza o el de la algarabía.

Todo era tan confuso,
porque detrás iba quien no conocí en vida,
hacia unas lágrimas que no mojaban,
a una pena que no se sentía.

Entonces comprendí
que ya no importaba
si era yo quien iba dentro,
si miraba o conducía.
Porque al final, todo es un engaño,
seas el actor que seas…
De la obra…
«la verdad de la mentira» .

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Poema propio.
Fuente de la imagen… IA

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