Ya no me importa que no me ames,
ni siquiera que no me quieras.
Yo voy a dejar de hacerlo,
para que no sea molestia en ti,
por si algún día, por tu pensamiento,
te pierdes y me encuentras.

No hace falta que tanto me llores,
porque tengo tantas en mí que tus lágrimas ya no puedo recogerlas.

Ya no puedo volar a otra flor,
mis alas cortaste y ya no revolotean.
Moriré marchito en el mismo tallo,
y enterrado sin vida moriré
con el sabor amargo de mis letras.




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