a esa gente que sufre y calla
de forma sencilla.
Sus cerrados ojos miraban al cielo
y sus sentimientos gritaban
cuando su voz salía del pecho,
abrazando a una vida
que se escapó por un tiempo.
Así fue aquel concierto,
hora y media con Javi Jareño.
Música sin trampas,
su padre y hermana
como grandes teloneros,
músicos de voces apagadas acompañaban,
junto a otras que rompían el cielo.
Solidario de causas y entregado…
así vivimos su concierto.
Noches de cualquier sábado,
en pequeñas salas que hace magnas,
ya sea verano o invierno.
Cabello largo y mirando al cielo,
en las manos su guitarra,
y en su voz,
canciones de amor, justicia y libertad.
Así cantó y sintió…
el corazón grande
de Javi Jareño.
Poema propio.
Fuente de la imagen:
Propia del autor.