
Era un viernes cualquiera como el de los últimos 31 años, como no podía ser de otra forma tocaba fregar la escalera con más Lejía de lo acostumbrado, había que desinfectar a fondo, y que su olor los vecinos llegaran a notarlo, había que dar seguridad y procuraba entrar al trapo.
La comunidad seguía su ritmo ni tarde ni temprano, el cartero ya pasó con algún certificado y las ventas online que no paraban…
Todo el día en el hall paquetes entregando, Tuve que habilitar para el menester en la portería un espacioso cuarto.
Entre escalones y rellanos me acordé de cuando a Carlos no sin esfuerzo de la bañera a peso muerto saqué, no podía dar un paso, pobre hombre pensé…
Y es que a Susana, su mujer, olvidándose la llave salió a la compra, Carlos se cayó sin querer, y como a la puerta no podía atender…
Ya estaba el problema liado.
Me dijo Susana si tenía copia de su llave o si sabía abrir sin romper la puerta y con cuidado… No, le dije, nunca me dejaste copia, y pensé yo, no soy cerrajero, ni ladrón que pudiera abrir con maña, le dije, llama a los bomberos, quizás ellos te salvan del atasco, llamó, y así lo hicieron, no sé cómo, pero consiguieron abrir y sin dañar la puerta, Susana se encontró con Carlos, nervioso, con un golpe en la frente y en el suelo tirado, de una silla con ruedas había resbalado… Fue tanto el agobio, la tensión que Susana quiso ducharlo, pero para salir de la bañera se encontró con otro atascó… Carlos no levantaba los pies, ella solo no podía levantarlo, y él, desnudo y sentado a quién lo sacara quedó esperando.
Otra vez los bomberos o servidor, portero para todo, no sin esfuerzo al desnudo Carlos de la bañera conseguí sacarlo.
Pensó Susana… La bañera ya es obstáculo, un plato de ducha hace falta para que asear a su marido no sea tan traumático.
Y así a los dos meses de lo sucedido el conocido Alberto en una semana Le hizo el cambio. Como decía… Era un viernes cualquiera y yo con mi trabajo me encontré con Susana que vive en el cuarto, vino de la compra y limpiando su carro me llamó la atención, Hola Alejandro me dijo, ya hice la obra, ya cambié el baño, por fin el plato de ducha puse, lo quieres ver, me alentó, bueno, yo sin mucho ni poco interés, pasa, mira, mira, me decía con insistencia, que te parece… Todo me sorprendió, casi no lo llegué a ver, porque Carlos estaba en el váter defecando… Me miró con los ojos desencajados, con sorpresa yo lo miré, y Susana diciendo a la vez… No importa que estés ahí, Carlos, es Alejandro, que le enseño el plato de ducha del que tanto hemos hablado. Del piso me retiré y aún no puedo borrar de mi mente, aquel nuevo plato de ducha que no llegue a ver, porque sentado y de rodillas estaba Carlos…
Relato propio.
Fuente de la imagen:
https://www.istockphoto.com/es/vector/hombre-enfermo-sentado-en-el-asiento-del-inodoro-gm1172104808-324998869

