las palabras más aguerridas
que nunca de nadie sentí.
Vivo en el dolor más grande
que nadie en su vida pudo elegir.
La mirada manchada con el llanto más amargo
que el de una madre
cuando un hijo en sus brazos ve morir.
¡Qué solo aprendí!
Me costó asesinar a mi razón,
me costó a nadie querer sentir,
me costó caminar con mi silencio…
y alguna senda seguir.
Quise culpar a los demás
de mi angustia y agonía.
¡Qué sólo aprendí!
Quizás este poema
nunca debí escribir.
¡Qué solo aprendí a vivir!
Poema propio.
Fuente de la imagen:
http://desmotivaciones.es/1769737/No-sigas-un-camino