
Cuántas lágrimas derramadas se ahogaron en aquella habitación,
cuántos silencios en ella
se ocultaron de terror.
Todo sucedió en un momento,
llamó la enfermedad a su puerta
y mi vida con la de ella
también enfermó.
Juntos luchamos
una batalla sin fin,
la muerte acechaba,
pero la puerta para que entrara
no quisimos nunca abrir.
Salimos sin pena de aquél
«Sagrado corazón»,
bendito hospital.
Ahora es en nosotros
triste recuerdo,
y en aquellas cuatro
aisladas paredes,
encerrada dejamos nuestra muerte,
y con su adiós…
una nueva vida que empezar.
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Poema propio.
Fuente de la imagen:
https://cortitecnic.com/cortina-separador-en-hospital-universitari-sagrat-cor/

