
Ese sábado Los niños revoloteaban en el parque sus sueños,
libres, sin prisa, sin miedos.
En la oscurecida del lugar
al viento comenzó a cantar
Manteca Colorá,
cuatro jóvenes que con su música volvieron con sus voces a un gris cielo emociónar.
El tablao quedaba
alumbrado al compás de su cante,
Una guitarra, un cajón
y al son de las palmas los cuatro
respiraban siempre felicidad
queriendo enamorar la noche, entre unas siempre viejas, y otras nuevas canciones…
Corría el murmullo al escuchar,
entre cervezas masticando el paladar,
la lluvia amenazaba
quedandose sin mojar,
de repente se dejó caer un duende,
ese duende callejero
que pasea su vivir por donde pisa
la buena gente,
de cara, sin trampas, dejando abierto el corazón a su gente.
Se fundieron en un grito,
«de nuevo libertad»
fue su último suspiro,
después de tanto tiempo de
estar su música escondida,
Manteca Colorá y el Callejero Duende
entre palmas y «otra más»
se despedían.
Feliz noche,
feliz sábado…
Fueron sol radiante
que alumbraron nuestras vidas
en un mágico instante.
Pedro Abad de Córdoba el lugar.
Los cantores, carpeños
y una de las voces de Maruanas,
mi aldea de ensueño.
Parque de los niños,
esencia andaluza…
Cuánto tu cantar
echó el tiempo de menos.
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Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia

