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Me desperté sin ganas de amanecer.

Como cada día
lavé mi cara con agua fría
y sin mirar en el espejo
ya sentía en mí
el olor de un largo café.

Me acomodé en el sofá
sin apenas luz.
Asomaba por la ventana
un día gris en su nacer.

¡De repente entre mis piernas,
el calor de su cuerpo y su piel!

Me miró por un momento fijo,
y yo a él,
y sin decirme nada como un ovillo
sentía su respirar
pausado y tranquilo,
de vez en cuando algún suspiro…
media vuelta,
y a soñar otra vez
en mi falda quién sabe qué.

Me sentía tan querido…

No son muchos los instantes juntos,
solo Dios sabe que muchos días valió la pena afrontar la vida
por esos momentos verdaderos
que con nadie más se pueden tener.

Shag, mi fiel perro,
sintiéndome yo también…
su perro fiel.

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Poema propio.
Fuente de la imagen… Propia.