
cerraba la tarde,
atravesaba las calles de la ciudad
de cal blanca y limpia,
los balcones vivían floridos,
el jazmín por las esquinas
perfumaban
sus calles estrechas
llenas de revueltas,
de empedrados y pequeñas cuestas que hacían de esa judería,
de ese puente romano,
de esa mezquita árabe
lugar de encuentros y culturas, de sabios pensadores y poetas.
El fino blanco corría por las mesas, en el tablao las sevillanas
se bailaban con destreza,
las casetas alumbraba el cielo… ansiada y esperada feria de mayo…
Mi feria cordobesa.
Al costado de ellas las jacas
con su galope elegante
guiados eran…
él con un traje corto de flamenco y detrás pegado luciendo
su traje largo… la mujer cordobesa.
Apartadó y a la vez cercano
quedaba el tío vivo,
la ilusión de tantos y tantos niños que en sus momentos de fantasía solo querían dar sin fin…
vueltas y más vueltas.
Sin dinero en el bolsillo,
sin que me hiciera falta
para verla y quererla.
Mi felicidad, la de ellos,
sus risas mi complacencia,
así pasaba mis días de mayo,
así pasaban mis días de feria.

Poema propio.
Fuente de la imagen…
Cedida por su autor :
Maestro pintor, Josep Domènech i Sánchez

